El Grupo de Acción Local Valles Pasiegos de forma conjunta con la Consejería de Industria, Turismo, Innovación, Transporte y Comercio de Cantabria y la Diputación de Burgos presentaron el pasado 31 de septiembre en Madrid un proyecto conjunto para que la N-623, que une Burgos y Santander, sea declarada Ruta Turística Nacional. Si el proyecto llegase a buen puerto la convertiría en la primera carretera con este distintivo de España.
El consejero de Turismo Cántabro se comprometió a apoyar las actuaciones necesarias para promocionar esta ruta que une la Meseta, a través del Puerto del Escudo, con la costa Cantábrica y desde la Consejería se irá de la mano con los Valles Pasiegos para que el proyecto sea tenido en cuenta en el reparto de fondos europeos que recibirá Cantabria dentro de la Estrategia de Sostenibilidad Turística en Destino. También destacó que el proyecto es compartido con Castilla y León gracias al trabajo realizado conjuntamente por la Asociación de Promoción y Desarrollo de los Valles Pasiegos y la Diputación de Burgos a través de la sociedad “Burgos Alimenta”. Ambas entidades vienen trabajando en los últimos años en potenciar esta carretera.
El proyecto contará con la colaboración con Brittany Ferries, dado que la carretera es muy transitada por los británicos que llegan a Cantabria en ferrie, y cuando la pandemia lo permita, se desarrollarán actividades promocionales a bordo durante el viaje y se distribuirá material informativo. Podría ser el equivalente en España a la “Ruta 66” de Estados Unidos que es un producto turístico conocido a nivel internacional.
La Nacional 623 entre Burgos y Santander tiene una longitud total de 153 kilómetros, de los cuales 93 discurren a través de la provincia de Burgos, atravesando varias localidades de Las Merindades como Cilleruelo de Bezana y Cabañas de Virtus y pasando cerca de Soncillo. El resto del recorrido discurre por Cantabria, 30 kilómetros por la comarca de los Valles Pasiegos y otros 30 por el resto de la Comunidad. Se trata del camino más corto entre las ciudades de Burgos y Santander, aunque a partir de los años 90 las variantes que se construyeron para salvar la difícil orografía del terreno y el excesivo tráfico, hicieron que la N-623 quedara en segundo plano.