Alicia González Martínez
Psicóloga, Psicoterapeuta y Counsellor
Clínica Vitali – Medina de Pomar


Las personas, somos seres sociales y como tales necesitamos relacionarnos con los demás. El ser humano, desde sus inicios ha utilizado la comunicación para sobrevivir y adaptarse; intercambiando gestos, sonidos, palabras y acciones con sus iguales. Dentro de la comunicación destacan varios aspectos:
La importancia de diferenciar entre oír y escuchar, practicando la escucha activa e integrando la mirada respetuosa hacía el otro, desde el lenguaje verbal y no verbal (expresión corporal, facial y la mirada).
Las Habilidades Sociales, son parte imprescindible en la comunicación, entendiéndolas como:” El conjunto de conductas y actitudes que realiza una persona en la relación con los demás”, las desarrollamos desde una edad temprana y condicionan el como nos relacionamos con los demás; destacamos entre ellas: la empatía,inteligencia emocional, cooperación, capacidad de negociación, resolución de conflictos y la asertividad que veremos más adelante. Por lo tanto, las habilidades sociales están directamente ligadas con el estilo de comunicación que emplearemos.
Estilos de comunicación. Se destacan tres estilos de comunicación: pasivo, agresivo y asertivo; los cuales vienen predeterminados por varios factores: habilidades sociales y relacionales, estado de ánimo, gestión emocional, aprendizajes y la percepción de la situación entre otros.
La conducta Pasiva, es la que tiende a evitar conflictos; aún pudiéndose sentir incomprendido o no tenido en cuenta por ello. Es la conducta en la que no nos tenemos en cuenta a nosotros mismos, a nuestras necesidades ni derechos. Son personas que se relacionan de un modo desigual, no permitiéndose expresarse, dar su opinión o posicionarse; llegando a sentir que los demás tienen más derechos que uno mismo.
La conducta Agresiva, son las conductas en las que la persona expresa sus ideas, necesidades o sentimientos de un modo inadecuado y sin tener en cuenta al otro, llegando en ocasiones a decidir por los demás. Se caracteriza por conductas imprevisibles e inapropiadas, transgrediendo los derechos y pudiendo llegar a expresarse de modo agresivo directa o indirectamente.
La conducta Asertiva, también conocida como socialmente hábil. Es una de las habilidades sociales de comunicación interpersonal y social que fomenta nuestra autoestima y genera relaciones más adaptativas y favorables.
Se caracteriza por permitirnos comunicar y expresar eficazmente nuestras necesidades, opiniones o ideas, desde la calma, la confianza, el respeto hacia uno mismo y hacía los demás. Es coherente en el lenguaje verbal y no verbal, manteniendo el contacto físico y visual con el interlocutor y mediante la escucha activa. Las personas asertivas, se expresan manteniendo un equilibrio emocional y poseen más recursos para la resolución de conflictos. Desde la asertividad creamos una comunicación clara, desde el respeto, sin invadir o manipular. La comunicación asertiva, nos permite relacionarnos de un modo más constructivo y adaptativo, encaminándonos a relaciones sanas, auténticas y enriquecedoras.
La asertividad puede aprenderse y practicarse en el día a día con uno mismo y en la relación con los demás.
Reflexiona; somos seres sociales, ten en cuenta que la comunicación que practiques influirá en la calidad de tus relaciones, de tu vida y en la sociedad que estamos creando día a día.
El gran maestro Claudio Naranjo nos decía:” No podemos tener una sociedad sana si no está compuesta por individuos conscientes. Las crisis del mundo no son más que crisis de consciencia”.

Somos conocedores, de que hay personas con vidas complicadas e injustas y, aun así, sienten y desprenden felicidad y alegría; ya que valoran lo que tienen y se sienten agradecidos por ello. Sin embargo, encontramos personas que teniendo todo lo necesario para el bienestar, la satisfacción y felicidad, no se permiten sentirlo.
Ponernos en la actitud de ser agradecido, nos encamina a sentirnos mejor tanto con uno mismo como con lo que nos rodea. Crea un estado mental más feliz, transformando el pesimismo y dirigiéndonos hacía lo positivo. Siendo, una puerta hacía la autorrealización y el crecimiento personal.

¿Qué es la gratitud?
La gratitud, es una cualidad y fortaleza que tenemos las personas. Es un estado y una toma de consciencia de todo lo que la vida nos ofrece. Podemos cultivarla y equilibrarla.
Es la capacidad para identificar lo positivo, las cosas buenas que hago, siento, tengo, tanto en mí como en lo externo. Nos ayuda a apreciar lo que tenemos y ver más allá de la carencia, la queja o el “no es suficiente”, que nos impide disfrutar.
La gratitud, nos facilita el poder ver la vida desde otra actitud; no hace que lo negativo desaparezca de nuestra realidad, pero si nos permite darle el valor real que tiene y que ambas polaridades, lo positivo y lo negativo, estén más equilibradas; parte fundamental para el bienestar y equilibrio emocional.
Por ello la gratitud, nos facilita la aceptación, favorece el dar sentido a muchas de las situaciones que acontecen, nos encamina más a reconocer y valorar el momento presente, el aquí y el ahora y a crear un mañana.

Cultivar la gratitud
Cultivar la gratitud conscientemente, habla de lo que queremos en la vida. Para ello podemos crear un hábito desde la constancia y el propósito.
La actitud que ponemos al día, junto al diálogo interno con uno mismo y en el diálogo con los demás, es fundamental. Nos ayudará a darnos cuenta si tendemos hacía la queja y el pesimismo, o, por el contrario; el elegir enfocarnos en la gratitud y el positivismo.
La gratitud conlleva la relación con uno mismo y con nuestro entorno. Si cada día nos permitimos crear pequeños gestos de gratitud, ello nos llevará a lograr un impacto positivo y nutritivo en nuestra vida y en la vida de quienes nos rodean.
Te animo a que crees tu propio diario de gratitud, para ello anota de modo escrito aquello por lo que te sientes agradecido cada día, enfocado en uno mismo a nivel interno y en relación con lo externo.

Reflexiona
Elegir conscientemente cultivar la gratitud nos encamina a favorecer que el cerebro se entrene a ver los aspectos positivos y constructivos de nuestra vida, nos aporta optimismo y conlleva una mayor plenitud y resiliencia. Es una fuente de bienestar para uno mismo y para nuestro entorno.
Permitamos que la gratitud tenga en nuestro día a día y en la vida el espacio que merece, contribuyendo a que se expanda y pueda llegar a cada ser.
“La gratitud no es solo la más grande de las virtudes, sino la que engendra todas las demás”. Ciceron (106 a.C-43 a.C)