En el año 1891 el Ingeniero Jefe de Minas, Pedro Fernández Soba redactó una memoria describiendo los recursos mineros de Petróleo y Cobre existentes en esta zona de los Altos
En la época los motores aún no utilizaban el petróleo como combustible, la mayoría eran eléctricos, de vapor, de aire comprimido, de gas o por salto de agua, sin embargo todas las industrias con esos motores y maquinaria si gastaban cantidades considerables de grasa y aceite para mitigar el rozamiento que perjudicaba considerablemente los engranajes, los ejes o los bujes. Ante esta demanda de lubricantes prodigaban fábricas que utilizaban como materia prima productos vegetales, animales y últimamente la grasa que se obtiene del mineral viscoso que se sacaba de la tierra que ya llamaban “petróleo”, y que por aquellos años llegaba desde Rusia. Esta grasa, obtenida del refinado del petróleo, era una de las principales aplicaciones del hoy llamado “oro negro”.
En Huidobro, un pequeño pueblo de los Altos, hay una zona donde por entonces ya se veía el petróleo en la superficie del terreno, incluso se había hallado en un pozo de agua, y un par de aventureros lo habían localizado en unas galerías excavadas por ellos mismos, sin embargo este recurso aún no se había explotado en la zona.
La preciosa cuenca de Huidobro tiene el aspecto de una depresión de terreno en forma de anfiteatro, que hoy llamamos Olla de Huidobro, en la parte inferior de la cuenca fluye y se observa entre arena blanca el petróleo, y hace suponer que el yacimiento de este aceite mineral tiene su núcleo perpendicular á la parte más baja y deprimida, la circunstancia de notarse allí mayor humedad viscosa y la observación de que en esa parte es donde se derrite la nieve al momento de caer y apenas cuaja, son señales estas que parecen racionalmente indicar la correspondencia de la mayor proximidad del depósito del aceite con este terreno, y revelan que en ese sitio es donde ha de abundar más y por lo tanto sería el primer lugar donde se buscaría la presencia de petróleo.
Las galerías antes mencionadas fueron hechas por un francés que a los 40 metros de exploración encontró un pequeño manantial, pero este explorador falleció antes de poder explotar este recurso. A los pocos años, otro explorador emprendió nuevas obras convencido de la riqueza del terreno. Excavó otra galería y a los 42 metros volvió a encontrar aún más cantidad de aquel “aceite mineral”. Estas obras mal construidas finalmente se hundieron, teniéndose que abandonar el proyecto por falta de dinero, ya que por aquel entonces las actuales múltiples utilidades del petróleo no eran conocidas y nadie quiso invertir en extraerlo.
En el mes de Mayo de 1888, después de reconocida la cuenca de Huidobro por uno de los mejores y más ilustrados ingenieros de Norteamérica, el cual emitió un magnífico informe y aconsejó la explotación de aquella comarca, reemprendió las obras de reconocimiento un inglés, dueño de minas de petróleo en Pensilvania, á quien se conocía por D. Ricardo Starkey; comenzadas en el mes de Mayo, con operarios también ingleses, los resultados de los sondeos fueron altamente satisfactorios, sin embargo cuando fueron a comprar el terreno para comenzar la explotación, no pudieron conseguirlo porque nadie se lo quiso vender, ni siquiera ceder, por lo que abandonaron el lugar dejando incluso montadas las sondas y demás materiales utilizados en las prospecciones.
El petróleo que se obtenía en Huidobro, después de refinado proporcionaba mejor aceite de engrasar que el petróleo ruso que se utilizaba en España en la época, sin embargo producía menos petróleo del que se utilizaba para lámparas de quemar. Los aceites y grasas de Huidobro, en las diferentes pruebas que se hicieron, si bien no resultaron comparables en cantidad al petróleo de Pensilvania, sin embargo, le daban un grado superlativo como lubrificante.
Según el Ingeniero Jefe de Minas, Pedro Fernández Soba, “la explotación de esta cuenca sería sencillísima, y como hay en ella aguas y leñas abundantes, se puede en la misma localidad ejercerse la industria de la destilación ó refino, además la comarca está rodeada de pueblos que darían operarios hábiles para esta explotación, fabricación ó refino que una vez acabado el trabajo regresarían á sus domicilios diariamente, y con 8, 10 ó 12 duros que ganan al mes, puede decirse que más de la mitad de esta suma es para el ahorro, pues todos tienen sus fincas propias ó en arriendo, que labran, y claro está, no es lo mismo trabajar libres que obligados; algún gasto más en su alimento necesitan, por que trabajan más, pero son los alimentos bastante baratos, así como el vino, que es tan indispensable para el obrero”.
El Cobre
Dentro de esta cuenca petrolífera de Huidobro, ó mejor dicho circunvalándola, existe un gran yacimiento de cobre, azurita y malaquita, ó sea carbonato y silicato, de gran estimación, hay inmensa cantidad de este mineral, y fue explotada alguna mina en pequeña escala por un inglés llamado Mr. Masson, quien se hizo inmensamente rico en el negocio, pero que tuvo que abandonarlo por la persecución de que era objeto por las partidas “Carlistas”, unas veces y otras por las tituladas de los “Hierros”, que por varios años existieron en esta provincia. Dicho Sr. Masson prendió fuego al interior y exterior de dicha mina, con lo que consiguió destruir lo exterior, pero no pudo hacerlo con el interior, dejando gran cantidad de mineral dentro de las galerías, pues puede decirse que empezaba á explotarla cuando se retiró, ó mejor dicho, le obligaron á retirarse. Posiblemente se podía hacer un aprovechamiento de 20 ó 30 toneladas diarias.
En una demostración de la inmensidad de cobre que existía en esta cuenca, el ingeniero Fernández Soba , describe como un poco antes de llegar á una laguna ó charca que había en las excavaciones de los trabajos empleados por Mr. Masson, se halla un manantial del que todo el agua que fluye se encuentra llena de sedimento de carbonato de cobre, que lo va dejando por el arroyo a una distancia de 100 metros y todos los objetos que baña dicha agua les deja cubiertos de aquel mineral, de donde se deduce claramente que el agua, en su corriente subterránea, pasa tocando a un banco o bolsa de cobre del cual adquiere dicha sustancia, y de estas aguas puede obtenerse el cobre por cementación, y seguramente por este medio podría obtenerse el mineral, puesto que hay aguas en abundancia, siendo este procedimiento muy ventajoso. De los repetidos análisis verificados, de referido cobre ha resultado contener por término medio el 18 y 20 por 100.