Hasta marzo de 2025 el Cristo Yacente de Gregorio Fernández dejará de formar parte de la exposición del museo del Monasterio de Santa Clara para pertenecer a la exposición “El arte nuevo de hacer imágenes” que tiene lugar en la Catedral de Valladolid del 12 de noviembre al 2 de marzo. Una muestra que destacará la obra de dos de los más importantes escultores del siglo XVII: Gregorio Fernández y Juan Martínez Montañés.

En la cripta o pudridero del Monasterio de santa Clara se hallan los sepulcros de la familia Velasco, así como una de las mejores piezas de toda la exposición, el Cristo Yacente, del escultor barroco de la Escuela de Valladolid, Gregorio Fernández. Esta talla en madera policromada es uno de los mejores trabajos del escultor y representa a Cristo muerto, tendido, con ropajes en los que no se escapa ni el más mínimo detalle de los pliegues del manto, de los cabellos, de la barba, de las heridas y golpes… impresiona nada más verlo.

La cabeza del Cristo es excelente, se deja caer con elegancia hacia el lado derecho. El serpenteante cabello castaño se abre hacia ambos lados acomodándose con soltura sobre el almohadón hasta tocar los hombros.

Es un Cristo a tamaño natural, probablemente de la misma altura que el mismo Jesús, como de 1,80 metros. Sin vitalidad, pero lleno de vida. Para su creación, el artista utilizó postizos como cristal para los ojos, resinas para el sudor y las lágrimas, marfil para los dientes, corcho para los coágulos de sangre y asta de toro para las uñas, consiguiendo dotar de un mayor realismo a la imagen. La madera de nogal con la que está tallado permite aumentar el dramatismo de la imagen de anatomía perfecta.

Esta talla está considerada una de las cinco mejores obras del escultor del barroco castellano que supo traducir la expresión de los sentimientos en esculturas en las que conviven en perfecta armonía el deleite estético y una honda expresividad religiosa, sin duda en una de las joyas del Museo del Convento de Santa Clara siendo muy recomendable su visita, aunque el Cristo no se podrá volver a veren Medina de Pomar hasta el mes de Marzo.

Según la tradición recogida en el Convento, fue su patrono el Condestable de Castilla, don Juan Fernández de Velasco, quien lo regaló entre 1620-1625, al monasterio fundado por su familia, el de clarisas de Medina de Pomar, o bien por medio de una donación elaborada por don Juan o encargada por la comunidad franciscana y pagado por él. Aunque algunos autores vinculan esta donación al hijo de Don Juan, Don Bernardino Fernández de Velasco.