Se ha simulado un terremoto que habría causado una grieta en la piscina de almacenamiento de combustible y la pérdida de suministro eléctrico. Se trata del preceptivo simulacro anual requerido en el Plan de Emergencia Interior de la central nuclear.
La central nuclear Santa María de Garoña, en desmantelamiento, ha realizado hoy el preceptivo simulacro anual conforme a los requerimientos establecidos en su Plan de Emergencia Interior (PEI), con la participación de la Organización de Respuesta ante Emergencias (ORE) del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y de la Subdelegación del Gobierno en Burgos.
Durante el ejercicio, se ha simulado un terremoto que habría llevado a la instalación a perder el suministro eléctrico y ha causado una grieta en la piscina de almacenamiento de combustible gastado. El nivel de agua en la piscina ha podido mantenerse mediante el funcionamiento de un generador diésel de emergencia. Este sistema móvil es una de las mejoras incorporadas a las instalaciones nucleares tras el accidente de Fukushima Daiichi (Japón). De igual manera, el simulacro ha contemplado un incendio en el emplazamiento que ha obligado a detener el funcionamiento del mencionado generador diésel.
Asimismo, el titular de la instalación ha simulado la evacuación del emplazamiento, al hospital de Miranda de Ebro, de dos trabajadores afectados por las tareas de la gestión de la emergencia sin que ninguno revistiese gravedad ni resultase contaminado radiológicamente.
Por su parte, el Centro de coordinación operativa (CECOP) de la Subdelegación del Gobierno, ha establecido los controles de accesos establecidos en el Plan de emergencia nuclear de Burgos (PENBU) siguiendo la recomendación emitida desde la sala de dirección de la sala de emergencias del CSN.
El titular de la central ha llegado a simular la declaración de alerta de emergencia. Por su parte, el CSN ha activado su organización de respuesta ante emergencias llegando hasta el modo 2, que implica la incorporación de sus grupos operativos a la Sala de emergencias (SALEM).
Un suceso de esta naturaleza habría sido clasificado como nivel 1 (anomalía) en la Escala internacional de sucesos nucleares y radiológicos (INES).