En las afueras de la localidad de Gayangos, en la Merindad de Montija, se encuentran las ruinas del antiguo Balneario Fuensanta de Gayangos. Ocultas entre la frondosa vegetación se vislumbran las pocas paredes que quedan en pie de esta construcción del siglo XIX, que fue Casa de Baños durante muños años y que después pasó a ser un sanatorio de tuberculosos, hecho que hizo que por temor a esta terrible enfermedad se abandonase definitivamente y solo después de muchos años, la gente comenzara a llevarse todo lo de valor hasta que quedó hecho una ruina. Las ruinas ya no se pueden visitar a causa de su mal estado, pero sí que podemos coger su agua sulfurosa con olor a huevos podridos en un antiguo manantial que se encuentra acondicionado.

En el Concejo de Gayangos existe un documento-manuscrito, datado el 9 de julio de1834, que trata de la concesión del permiso para la construcción de una casa de baños en el lugar conocido como Fuente Santa.

En este manuscrito se describe una providencia de Manuel de la Riva Herrera, gobernador civil de la provincia,  para que “del terreno común se le proporcione a Don Manuel Ormaeche, vecino de Mungía, lo suficiente para hacer a sus expensas una Casa de Baños en las inmediaciones de la Fuente Santa con su cerrado”. También se describen las condiciones de la venta que se imponían al comprador, una de ellas por ejemplo era que el sobrante del agua de la Fuente Santa, “que sirve para medicinarse y curar el mal de orina tan experimentado por los buenos resultados a cuantas personas la beben anualmente tanto del pueblo como forasteros… tengan su curso y dirección para el destino de regar los huertos y demás del pueblo”. Otra condición era la de “dejar libre, expedido y desembarazado sin que se pueda hacer al presente, ni en ningún otro tiempo, cierre de pared ni estacadas para que tanto el pueblo, como cualquier persona forastera, pueda entrar y pasear libremente, y sin impedimento alguno a tomar y beber las aguas o lo que acomode”. Y otra última condición la de que el mencionado Manuel Ormaeche “pueda tomar todo el agua que necesite de dicha fuente para uso y surtido de la Casa de Baños que trata de hacer mientras estos estén ocupados, y no estándolo ha de estar obligado a dar curso y dirección a las aguas, el que siempre han tenido y tienen, como queda dicho y dar igualmente los baños que necesite cualquier persona avecinada y domiciliada en este lugar, para curar sus dolencias y enfermedades, previa certificación del facultativo, sin exigirles ningún tipo de interés, ni retribución por citado baños”.

A mediados del siglo XIX, Pascual Madoz, en su diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico habla del balneario de la siguiente forma, “Un establecimiento público de baños minerales en el centro del pueblo, cuyas aguas son muy buenas para el mal de orina y erupciones cutáneas, habiendo en él localidad bastante para hospedar los dolientes”.

En 1887, en la memoria general del Balneario escrita en ese año por el que entonces era su médico y director, Mariano Viejo y Bacho, explica que los lugares donde a princicpios del siglo XIX eran propiedad de un sacerdote de Gayangos, al mismo que por cierto se le atribuye la construcción de la fuente que hoy existe en la plaza de Gayangos. En dicha memoria,  Viejo Bacho también explica que “viendo dicho señor el gran número de enfermos que acudían a Gayangos en busca de las aguas sulfurosas, cuyas virtudes medicinales ya tenían fama por aquel entonces, saneó el terreno donde emergen, que estaba convertido en una gran  charca en donde se bañaban los enfermos”.

También en 1887, en un artículo del Boletín de la Real Academia de la Historia escrito por Antolín Sáinz de Baranda sobre el pueblo de Gayangos, nos describe el balneario, su situación, sus visitantes, las propiedades de sus aguas, etc…

En 1916, según consta en algunos anuncios que se publicaron en algunos  periódicos de la época, el balneario es puesto a la venta, “por no poderle atender”, y los interesados tenían que dirigirse a Julio Romero Garmendía de Castro Urdiales.

Cuando estalló la Guerra Civil, el balneario estaba en pleno funcionamiento, pero en 1938 un general lo requiso para sanatorio de tuberculosos, y estuvo funcionando como tal hasta 1945, año en que los enfermos fueron trasladados al sanatorio de Fuentes Blancas en Burgos”. Fueron muchos los balnearios españoles que desaparecieron en la Guerra Civil,  muchos de ellos fueron reconvertidos en colegios, conventos, almacenes… es decir edificios de utilidad para la causa nacional.

Cerca del balneario se tuvo de construir un cementerio para enterrar a los más de 130 muertes que se produjeron en el sanatorio, ya que él del pueblo era demasiado pequeño. Cuando el sanatorio fue cerrado, nadie quiso ya reabrir la Casa de Baños, seguramente porque nadie quería ni respirar el aire ni estar en un lugar donde había habido tantos enfermos de esa terrible enfermedad como es la tuberculosis.

Con el paso de los años, poco a poco se fue expoliando todo el contenido del balneario, tuberías, bañeras, baldosas, todo lo de valor, hasta que hoy día solo quedan unas pocas paredes casi completamente derruidas entre la vegetación que se ha ido apoderando de la construcción.

Podemos coger su agua sulfurosa con olor a huevos podridos en un antiguo manantial que se encuentra acondicionado.

Boletín de la Real Academia de la Historia Tomo 10, Año 1887

Antolín Sáinz de Baranda

Al Norte de la provincia de Burgos, partido judicial de Villarcayo, en la carretera que conduce á Bilbao, legua y media de la villa de Medina de Pomar, y otro tanto de Espinosa de los Monteros, se encuentra el hermoso establecimiento balneario, minero-medicinal denominado Fuente-Santa de Gayangos, recostado sobre una pequeña colina dentro de la antigua merindad de Montija. Divísase desde él un frondoso y dilatado valle, sembrado de caprichosos y diseminados pueblos que parecen caseríos, distinguiéndose entre estos los palacios del Sr. D. Buenaventura Rivaherrera, en el pueblo del Rivero, y el del diputado á Cortes que fué por este distrito, D. Teodoro Sainz Rueda en el pueblo de Baranda, distantes un cuarto de hora del establecimiento. La fértil vega poblada de montecitos, en donde abunda la caza, proporciona distracción á los aficionados, y es causa de que todos los años se vean en el establecimiento alegres y divertidos bilbainos que vienen con solo este objeto.

El establecimiento está cercado de un elegante jardín y hermoso paseo que, sembrado de acacias, pueden los bañistas recorrer libremente todas las horas del día, aun en las de más calor, sin ser molestados por los rayos del sol, disfrutando de una agradable temperatura. Sus aguas dan excelentes resultados en la curación del mal de orina, en las erupciones cutáneas, en la mayor parte de las que sufren las membranas mucosas, en los vicios escrofulosos y sifilíticos, en los reumatismos y parálisis. Son claras y diáfanas y de un olor fuerte á huevos podridos. Los gases que desprenden atacan á algunos metales, especialmente la plata. Su temperatura es de 15 á 17º. El edificio, construído en 1835, puede competir con los mejores de su clase, hallándose montado con todos los adelantos modernos, debido á la actividad é inteligencia de su propietario D. Dionisio Garmendia, que no ha omitido sacrificio alguno. Además de la hermosa y elegante galería para los baños, tiene otros departamentos y cuantos aparatos son necesarios para gases, inhalaciones, pulverizaciones, duchas, etc. El establecimiento que se comunica con la galería, consta de dos pisos con magníficos cuartos, sala de recreo, lectura, excelente comedor y piano. El servicio es abundante y esmerado, debido á los señores que se hallan al frente del mismo. Próximo al edificio está el pueblo de Gayangos, de 60 vecinos, que reciben con buen trato, acomodado á todas las fortunas.