VALPUESTA
La colegiata de Valpuesta es el verdadero tesoro de Valpuesta. Visitada por más de 10.000 personas todos los años, pese a esta oficialmente cerrada al público, ofrece al visitante un fantástico retablo de siglo XVI, un recién restaurado claustro, unas fantásticas vidrieras y decenas de detalles de interés.
Es aquí donde se encontraban los cartularios de Valpuesta que muestran, según los estudiosos, rasgos primigenios de la lengua castellana, por los cuáles señalanan que Valpuesta es la cuna del castellano.
Valpuesta se sitúa en la frontera entre Burgos y Álava. Y visitar la colegiata es posible gracias al buenismo de los vecinos, que normalmente se brindan a buscar la llave y abrir las puertas al visitante. Siempre, de forma gratuita, claro.
Los Cartularios de Valpuesta
Los Cartularios, que en Castilla eran más conocidos como Becerros, o en León y Galicia como Tumbos -quizá debido a que por su gran tamaño hubiera que mantenerlos tumbados- son los códices en que muchos monasterios, catedrales, concejos o universidades recogían lo que podríamos llamar «copia de seguridad» de los originales de sus respectivos archivos.
Edición facsimilar se compone de los dos volúmenes, correspondientes a cada uno de los dos Becerros de Valpuesta, el Gótico y el Galicano.
El Becerro Gótico, más que un cartulario en el sentido tradicional del término, es una recopilación de documentos que abarcan un dilatado periodo histórico y con la intervención excepcional de 34 manos diferentes en su elaboración. Su nombre le viene por estar escrito principalmente en letra visigótica– con 117 folios es el más importante.
El Becerro Galicano –que recibe igualmente su nombre por estar escrito en letra carolina o galicana– consta de 64 folios y es, en su mayor parte, una fiel copia del Gótico. Por lo tanto sí que respondería al típico concepto de cartulario, es decir un manuscrito que contiene transcripciones de documentos originales relativos a la fundación, los privilegios y los derechos legales de los establecimientos eclesiásticos en este caso.
Según expresión de los expertos, estos documentos están escritos en un latín romanceado o, como apuntan otros, en un latín corrompido o invadido ya por una nueva lengua viva que más tarde llamaríamos castellano.
En su mayor parte se trata de donaciones, permutas, ventas, juicios, confesiones, juramentos, inventarios, contratos de reparaciones de la iglesia, etc., pero, más allá de su temática, su verdadera importancia reside en el elocuente rastro que dejan de la lenta evolución del latín hacia el romance castellano. Incluso al margen de los aspectos filológicos, se trata de piezas fundamentales para la reconstrucción del pasado histórico peninsular.
El grueso de los 187 documentos valpostanos abarcan los siglos X al XIII, pero 8 de ellos datan del siglo IX –los 4 más antiguos serían del 804, 844, 864 y del 875–, lo que delata su enorme antigüedad y dota al documento de un excepcional valor patrimonial.
Los documentos más antiguos en lengua castellana
La Real Academia ha sancionado El Cartulario de Valpuesta como el documento más antiguo que recoge los primeros balbuceos de la lengua de Castilla.
Este cartulario, trascendental documento lingüístico, arrebata así a las Glosas Emilianenses y a las Silenses la bandera de la máxima antigüedad del castellano escrito.
Pieza fundamental y excepcional fuente de información para un mejor conocimiento y estudio del temprano romance castellano, figurará por derecho propio en los anaqueles de filología e historia de las mejores bibliotecas del mundo.
VALPUESTA
Centrico en la plaza de la localidad