Los próximos 15, 16 y 17 de septiembre se celebrará la III Recreación Carlista con desfiles, distintas recreaciones de las batallas y finalizará el lunes 18 con la tradicional parrillada popular en la calle Carreruela.
La Primera Guerra Carlista fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 entre los carlistas, partidarios del régimen absolutista del infante Carlos María Isidro de Borbón que era hermano del recién fallecido Fernando VII de Borbón, y los isabelinos, defensores de Isabel II, hija de Felipe VII y de la regente María Cristina de Borbón.
El infante Carlos había sido heredero del trono durante casi todo el reinado del su hermano Fernando VII, ya que éste no había tenido descendencia, sin embargo el nuevo matrimonio del rey y el embarazo de la reina cambian la posibilidad de sucesión.
En marzo de 1830 el rey Fernando VII publica la Pragmática Sanción acordada por su padre el rey Carlos IV, en la que deja sin efecto la exclusión de la sucesión femenina al trono y se restablece así el derecho sucesorio tradicional castellano, según el cual podían ascender al trono las hijas del rey difunto en caso de morir sin hijos varones.
El infante Carlos no reconoció a Isabel como princesa de Asturias y cuando Fernando VII murió en 1833, Isabel fue proclamada reina bajo la regencia de su madre, María Cristina de Borbón. Por su parte Carlos emitió el manifiesto de Abrantes el 1 de octubre en el que declaraba su ascensión al trono con el nombre de Carlos V, comenzando así la primera Guerra Carlista.
La guerra en Villarcayo
A las seis y media de la mañana del 18 de Septiembre, una partida de unos 3.000 carlistas dirigidos por Castor Andéchaga, Sopelana, Ibarrolilla y Mazarrasa, se presentan en Villarcayo. Las fuerzas de la villa eran los Urbanos y una patrulla del regimiento 15 de infantería de línea, mandado por don Francisco Tapia. Entre los defensores conocemos al urbano Francisco Cuesta que informará el día 19 sobre lo ocurrido en su municipio al comandante militar de Medina de Pomar.
Los asaltantes entraron en la villa por la calle de San Roque. Fueron recibidos a tiros desde las casas y desde el ayuntamiento (Se vino abajo el reloj). Uno de esos primeros disparos alcanza al general Sopelana en el Pecho, según la tradición, en la propia calle San Roque.
Los isabelinos de Villarcayo fueron instados a rendirse por dos veces en nombre del general rebelde Uranga. Tras la segunda solicitud los carlistas dieron fuego a las casas desde las que se les disparaba. Lamentablemente, este acto acabó con la mayor parte del patrimonio monumental por lo que queda poco de tiempos anteriores al año 1834, como algunas casonas blasonadas y las Torres del Reloj y del Corregimiento. Los Facciosos incendiaron 45 casas de las calles Nueva, Real, Ancha, Horno, Carreruela, Rincón y Plaza Mayor.
Llegan los refuerzos
Las unidades del Brigadier Fermín Iriarte que era Comandante General de Santander y Encartaciones, llegan a las 21:00 h o 21:30 h a Villasana de Mena y se les informa de la situación en Villarcayo. Tras un pequeño descanso sale con la 1ª brigada a las 22:00 h. Los carlistas se replegaron hacia Cigüenza. Villarcayo fue dejado a su suerte tras diecisiete horas de lucha y saqueo.
El Brigadier Iriarte y el brigadier Aznar, que comandaban un batallón de carabineros, el batallón provincial de Granada, la compañía de cazadores de Segovia y un apoyo de 43 jinetes del regimiento de la Reina. (Aprox. 900 hombres) llegan a Villarcayo a la una de la madrugada del día 19. Iriarte no destinó sus tropas a ayudar a la población y, formando en columnas de ataque y destacando unidades de guerrilla, se dirigió río Nela arriba. Los partidarios de Don Carlos se encontraban atrincherados en la sierra y el monte de Cigüenza y las tropas isabelinas cargaron a la bayoneta con gritos de “Viva la reina” y “Viva Isabel”.
Tras la refriega las fuentes de la época documentan el botín del incidente de Cigüenza: Los documentos de la Junta Rebelde de Castilla, dos baúles llenos de papeles (sin describir), correspondencia del intitulado Brigadier Andéchaga, cartuchos y fusiles, 18 mulas, multitud de raciones de carne y vino y liberaron a los 12 urbanos de Villarcayo prisioneros. Semejante proeza fue considerada como una afrenta por el alto mando carlista, con formación de expediente para el brigadier Sanz y su destierro a Francia, desde donde volvió a la muerte de Zumalacárregui.
El parte de bajas refiere 20 carlistas muertos, numerosos heridos y la captura del capitán faccioso Fernando Zorrillo que será fusilado al día siguiente. Se destaca la muerte del ayudante mayor de Castor Andéchaga, mientras que las bajas isabelinas, según Iriarte, fueron 3 heridos, uno de ellos un capitán.
Iriarte informa a Medina de Pomar el 19 de su victoria y de que los carlistas se retiran por las alturas hacia Soncillo donde presume que bajen por Quisicedo hacia Espinosa de los Monteros. En sucesivos partes publicados en la Gaceta de Madrid se puede intuir los movimientos de las partidas carlistas en Las Merindades en esas fechas.
Villarcayo poseía desde el 5 de marzo de 1712 el título de Muy Noble y Muy Leal. El 1 de julio de 1723 también le fue otorgada el título de Fidelísima y por estos hechos, según decreto de 3 de julio de 1843 se le otorgó el título de Heroica.
Posteriormente 26 de enero de 1906 se le otorgó al Ayuntamiento de Villarcayo el tratamiento de Excelencia.