Se trata del Testamento del conde Gundesindoo o Pergamino de Fístolesun, un documento con letra visigótica del siglo XI que fue a parar a las manos de un bibliógrafo ruso llamado Nicolai Petrovich Lijachiev y que ahora se encuentra en el archivo del Instituto de Historia de San Petersburgo, pero que debería estar en el Monasterio de Oña. En el documento se pueden leer muchas de las posesiones legadas al monasterio de San Vicente de Fistoles (Esles), incluye topónimos muchos de Las actuales Merindades como Sotoscueva (Sauctus Coba), Cornejo (Cornelio), Pozares o Mozares (Botares) y Prádanos (Platanos, cerca de Barcenilla de Cerezos).

El pasado mes de mayo conocíamos la noticia de la donación al Archivo Histórico Provincial de Cantabria de la copia facsímil del pergamino de Fistoles cuyo original se encuentra en el Instituto de Historia de las Ciencias de San Petersburgo. La donación fue hecha por los investigadores Máximo Gutiérrez e Iván Gastañagade que han llevado a cabo durante dos años las gestiones necesarias para obtener una copia en formato digital del documento, localizado en los años 80 por el investigador Emilio Sáez en el Archivo de la Academia de las Ciencias de San Petersburgo.
El conde Gonzalo Gundesindo, vasallo de Alfonso II y señor feudal de numerosos territorios, legó en vida un conjunto de propiedades de un condado que abarcaba una zona Cantabria y zonas del norte de Burgos, entre ellas parte de las actuales Merindades.
Estas propiedades se encontraban recogidas en el denominado pergamino de Fistoles, que hoy en día puede servir para conocer la toponimia de una zona de Cantabria y del norte de Burgos.
El documento se encontraba en una caja en el monasterio de San Salvador de Oña llamada “el caxon de Liencres”, donde se supone que contenía documentación que había sido archivada por su origen o importancia para Liencres, lugar cántabro en los dominios del conde, en donde se situaba el Monasterio de Santa Eulalia. Entre los documentos también se encontraban tres escritos de los siglos 811, 816 y 820 con el legado del conde en vida, ya desaparecidos.
Sin embargo, a causa de la desamortización del siglo XIX, se expoliaron en España una cantidad enorme de documentos que estaban en manos de la iglesia, documentos que acabaron en las colecciones privadas de anticuarios y coleccionistas, en este caso, la copia del pergamino testamentario llegó hasta Rusia.
Ahora una reproducción facsímil ha regresado a Cantabria después de arduas gestiones por parte de Gutiérrez y Gastañaga, ambos siguieron las investigaciones que en los años 80 realizó el medievalista Emilio Sáez Sánchez, que encontró el testamento y otros 400 documentos de gran valor histórico en el archivo del Instituto de Historia de las Ciencias de San Petersburgo. Sáez no pudo conseguir el documento, pero ahora gracias a las nuevas tecnologías y después de mucho tiempo, la gestión con las autoridades rusas ha dado su fruto y finalmente ha podido ser entregada en formato de copia facsímil.
En el documento se pueden leer muchas de las posesiones legadas al monasterio de San Vicente de Fistoles (Esles), incluye topónimos que están muy claros y otros que dan juego a interpretaciones, entre estos topónimos se encuentran muchos de Las actuales Merindades como Sotoscueva (Sauctus Coba), Cornejo (Cornelio), Pozares o Mozares (Botares) y Prádanos (Platanos, cerca de Barcenilla de Cerezos).