La decisión se ha tomado desde el Ayuntamiento por la imposibilidad de garantizar la total seguridad a nivel sanitario en un espacio cerrado, con escasa ventilación y, además, climatizado, factores que pueden facilitar la transmisión y el contagio en caso de existir partículas del virus de la COVID-19 en el interior, una situación muy distinta a las piscinas de verano.

Durante el último trimestre del año se trabajará para adaptar e informatizar la instalación con la idea de una apertura más segura. Estas actuaciones tendrán como fin la digitalización de los aforos, el control de los mismos en tiempo real, la zonificación de espacios, sus aforos y el tránsito de usuarios por los mismos, así como la adopción de nuevas normas y medidas con las que la instalación pueda adaptarse a esta nueva normalidad con la expectativa puesta en reabrir las instalaciones cuando la situación lo permita con garantías para los usuarios.