Portada actual.

Chelu García

Las Merindades de Castilla la Vieja han sido poseedoras desde hace siglos de un rico patrimonio artístico. Este hecho en ocasiones vino unido a la presencia en las mismas de ricas familias nobles, en otras al establecimiento de órdenes religiosas y por último a la colaboración voluntaria o forzosa del pueblo llano.

Durante siglos se construyeron castillos, palacios, mansiones señoriales, monasterios, conventos, iglesias más o menos grandes y modestas ermitas. En distintos momentos esta arquitectura, ya románica, gótica, renacentista o barroca, fue dotada de múltiples elementos artísticos como esculturas, pinturas, retablos, orfebrería, etc.

A partir del siglo XIX este patrimonio histórico artístico comenzó a valorarse como antes no se había hecho y fue desde entonces cuando surgieron los expolios, entendiendo que este concepto incluye hurtos y robos.

De acuerdo con el Diccionario de la RAE, expoliar es despojar algo o a alguien con violencia o con iniquidad, definiendo este último término como maldad o injusticia grande.

Uno de los expolios más antiguos en las Merindades fue el del pórtico de la Iglesia de Frías, bajo la advocación de San Vicente. En 1906 dos centellas derribaron la torre, causando de inmediato la destrucción del pórtico y el rosetón situado entre ambos. En un lateral quedaron amontonadas las piedras correspondientes.

El párroco, Vicente Montoya, dijo haberse dirigido al Arzobispo de Burgos en diversas ocasiones solicitando dinero para la restauración, pero no le enviaron nada.

Interesante destacar que en 1916 en Burgos se inició la construcción del actual palacio arzobispal de estilo neorrenacentista. Sin duda se notó en las arcas arzobispales.

En 1923 pasó por Frías un marchante húngaro, llamado Joseph Brummer, quien compró por 15.000 pesetas lo que el párroco describió a la Comisión Provincial de Monumentos de Burgos como “… piedras abandonadas de escaso valor arqueológico apreciable”.

Josept Brummer, escultor de escaso reconocimiento, tuvo en Paris una galería junto con sus hermanos, la Brummer Frères: Curiosités. En 1914, junto con su hermano Imre, instaló una nueva galería en la calle 57 de Nueva York. Cuentan que en la misma hubo desde urnas egipcias hasta estatuas góticas. Entre sus clientes figuraron John D. Rockefeller Jr. y William Randolph Hearst.

En cuanto al uso de las 15.000 pesetas, el párroco cumplió y la Iglesia de San Vicente fue reconstruida siguiendo el proyecto del arquitecto José Calleja.

Portada expuesta en 1924.

Canción triste de San Vicente de Frías
Fue este el título que Marina Aurora Garzón Fernández, de la Universidad de Santiago de Compostela, dedicó a este tema. Afirma que en marzo de 1923 en el sótano de Manhatan se encontraban las piedras. Al poco tiempo Brummer vendió las piedras del pórtico al coleccionista Henry Walters, quien a su vez las revendió al Museo Metropolitano de Arte de Nueva York por 50.000 dólares.

Personalmente me surge una duda. Henry Walters, nacido en Baltimore, pero residente en Manhatan, fue vicepresidente del Museo Metropolitano de Arte de New York (MET). También fue el fundador del Museo de Arte Walters en Baltimore para lo que contaba con el legado de su padre, que ya había sido un gran coleccionista. Figura como un filántropo por haber dejado en su testamento, en 1931, el Museo con su inmensa colección de 22.000 piezas de arte a la ciudad. Resulta un poco extraño que si este coleccionista millonario llegó a comprar el pórtico no lo hubiese llevado a su Museo en Baltimore. Otra posibilidad es que al ser vicepresidente del MET lo comprase directamente para este Museo.

Siguiendo a la doctora citada, el MET hizo una primera exposición del pórtico en 1924. El conjunto de piezas expuestas en forma confusa fue cedido al Museo de los Claustros en 1932. Dado que no disponían de fotografía o grabado descriptivo de la composición decidieron montarlo siguiendo la descripción hecha por el padre Celestino Quintana, en su Historia de la ciudad de Frías, y los cánones de otras portadas románicas de la época.

La doctora Marina Aurora finaliza su trabajo diciendo que nadie sabe cuántas piezas faltan, cuántas son originales, cuántos fragmentos pudieron ser olvidados, si la portada está bien reconstruida o es un puzle. Concluye su estudio con una triste reflexión: “La portada de Frías es una portada perdida”.

Colma el cúmulo de despropósitos su ubicación en el Museo de los Claustros. Según Rubén Díaz Caviedes constituye el acceso al claustro de San Miquel de Cuixa, de estilo románico catalán.

La historiadora de Arte Jacqueline E. Jung escribió al respecto: “La facilidad con que la portada de Frías resulta ignorada en el entorno del museo contrasta con su intención original de captar la atención de la gente y atraerlos al interior de la iglesia”.

Iglesia de San Vicente antes de 1906.
Iglesia de San Vicente actual.