FRÍAS

Su origen habría que buscarlo en las primeras fortalezas del siglo X. Tuvo un gran valor estratégico en la lucha contra los musulmanes, juntamente con las fortalezas de Oña/Cuevarana, Tartaya y Pancorbo, cuya línea defensiva jugó un papel muy importante en la defensa de la primigenia Castilla y tan solo algunas razzias saqueadoras tuvieron ocasión de traspasarla, que no fuera el Desfiladero de Pancorbo que sí llegó a ser atravesado y ocupado en algún momento, por las hordas sarracenas invasoras, instaladas en Rioja.

En el castillo de Frías no quedan restos visibles de aquella época. En el año 865 y según los cronistas árabes, que siempre alardeaban y exageraban de sus éxitos en sus campañas, haciendo referencias a lugares y nombres indescifrables, mencionan una emboscada que tuvo lugar en el “desfiladero de Berdhich”, de Frías, cuyo castillo habría sido conquistado, aunque esta información es bastante dudosa ya que la orografía fredense es muy poco propicia para permitir una emboscada.

En el año 1202 fue entregado a la Corona por los Armengol. A finales del siglo XII, el rey Alfonso VIII le concedió nuevas defensas, eligiendo la fortaleza de Frías como justa heredera militar del Castillo de Petralata, culminando con un exclusivo fuero en recompensa a las consecuencias nefastas y destructivas que sufrió Frías por las constantes disputas con Navarra. Los ventanales y capiteles románicos datan de aquella época, profusamente historiados, con representaciones de caballeros, arpías… y el caso único de “una centaura” dando el pecho a su hijo.

El 12 de agosto de 1446 la recién titulada “Ciudad” de Frías fue cedida por el Rey Juan II a Don Pedro Fernández de Velasco, Conde de Haro, a cambio y permuta de la Villa de Peñafiel, tomando posesión a través de un portillo del castillo que aún se denomina “puerta falsa”. El Castillo lo reformaría y restauraría.

Posteriormente, las constantes subidas de impuestos, y la falta de cumplimiento de los privilegios concedidos en el referido Fuero, motivaron una protesta de sus habitantes, quienes se amotinaron y refugiaron tras las gruesas murallas del castillo, al mando de un Capitán elegido por el pueblo. Como consecuencia, las desorbitadas y desproporcionadas tropas de los Velasco lo asediaron y cercaron en año 1450 durante meses, hasta que sus defensores se rindieron por hambre y sed.

En recuerdo de aquellos valerosos fredenses que se hicieron frente al magnate Velasco, a causa del detrimento de sus legítimos derechos que otrora les concediera Alfonso VIII en su Carta Puebla, se celebra cada año, en San Juan, la famosa “Fiesta del Capitán”, declarada de interés turístico nacional y una de las más antiguas y originales tradiciones de toda España (según ordenanza municipal nº 43, año 1481 del 24 de Junio).

A partir de entonces , Pedro Fernández de Velasco, 2º Conde de Haro y Condestable de Castilla, en admiración y respeto a la oposición tenaz, y valentía de los fredenses, se autodenominó por primera vez, “Duque de Frías”, que es como hoy se conoce a toda la saga de la importante familia de los Velasco, aunque no se materializó este título hasta el 3º Conde de Haro, el hijo de Pedro Fernández de Velasco: don Bernardino Fernández de Velasco, a quien los Reyes Católicos le otorgaron por primera vez el título de “Duque de Frías” en fecha 20 de marzo de 1492.

En el año 1.520, el Emperador Carlos V, distinguió a los “Duques de Frías” con el carácter de “Grandes de España”.

El castillo roquero de Frías es uno de los más espectaculares de Castilla. En la actualidad es una mezcla de reconstrucciones durante los siglos XII, XIII, XV y XVI. Su defensa se basa en su estratégica ubicación, de una roca parte la torre del homenaje y todo el perímetro tiene altos muros, con numerosas saeteras y rematado por un cuerpo almenado. Se accede al interior por medio de un puente levadizo sobre un foso seco excavado en la roca que lo aislaba del pueblo. Sobre el foso hay el puente levadizo y una estrecha pasarela que conduce a una doble puerta rectangular que servía de defensa. De ahí nos dirigimos a una barrera de doble muro. El más alto presenta dos gruesos cubos circulares en los extremos.

La esbelta Torre del Homenaje

Tiene planta poligonal y está realizada en mampostería con preciosas torrecillas elevadas sobre modillones en las esquinas, y una original terraza con almenas que se considera la más fotogénica de la provincia de Burgos. Se eleva desafiante, es independiente del resto de la construcción y posee defensas propias. La torre se une al resto del castillo por una estrecha escalera. La parte superior data en el siglo XV mientras que la inferior es de los restos más antiguos de la fortaleza. La torre del homenaje ha tenido tres caídas documentadas a lo largo de la historia. La última de ellas, ocurrió en 1830, con 30 víctimas mortales, fue a causa de la voladura de una de las puertas de las murallas de la ciudad por parte del ejército de Napoleón durante la guerra de la independencia.

El reloj

En la torre sur del flanco de acceso, se encuentra un reloj que ha estado presente en la vida de Frías durante varios siglos. Sin poder precisar la fecha de su construcción, sí se puede asegurar que es bastante antiguo, pudiéndose remontar al siglo XVI o XVII.

El Patio de armas

El interior es cuadrado y posee distintas dependencias adosadas, graneros, bodegas y estancias de servicios, en las que pueden verse restos de tres ventanales románicos con capiteles historiados del siglo XII y XIII, un pozo central y los restos de una torre que comunicaba con el camino de ronda, hoy desaparecido.



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