Aquella tarde, habíamos estado recorriendo las calles de Espinosa de los Monteros, siguiendo la Ruta Heráldica y admirando los edificios históricos que nos encontrábamos a cada paso. El siguiente destino era el Museo de los Monteros del Rey.

Lucía hacía tiempo que había adquirido el gusto por disfrutar del turismo, con contenido histórico o artístico, y era divertido mantener conversaciones con ella sobre distintos temas, que iban siempre acompañados por innumerables preguntas que ponían de manifiesto su interés por el conocimiento. Eso era algo que como padre me producía una gran satisfacción.

Durante el trayecto, le había estado contando como en el año 1006 había surgido La Compañía Monteros de Espinosa, integrada actualmente en La Guardia Real de Felipe VI, lo que la convierte en la más antigua del mundo.

La leyenda del suceso que origina su creación tiene miga, ya que en aquel año, en plena Reconquista, en el fronterizo Condado de Castilla, cuna del idioma Castellano y germen del posterior Reino de Castilla, gobernaba Sancho García, quien fue objetivo de una conspiración de asesinato liderada por su propia madre, Ava de Ribagorza, aliada con un noble musulmán.

El plan consistía en que la madre le ofreciese a su hijo, el Conde, la habitual y refrescante copa tras una jornada de caza, pero esta vez envenenada. Los conspiradores habían acordado que, tras la confirmación del fallecimiento del Conde, se lanzara al río una gran cantidad de paja seca para que cuando pasase río abajo, por las tierras del noble musulmán, se considerase como señal de que el Conde había muerto y sería el momento adecuado para atacar a un ejército conmocionado, sorprendido y sin autoridad al mando.

Sin embargo, el complot fue frustrado por ciudadanos de Espinosa que enterados, informaron al Conde al respecto y éste le hizo beber la copa envenenada a su madre cuando ella se la ofreció. Preparó el Conde sus tropas y organizó una emboscada contra el ejército enemigo en el lugar más apropiado y lanzó la paja al río cuando lo estimó oportuno.

En la propia batalla, siempre según la leyenda, los de Espinosa, de nuevo, salvaron la vida del Conde en varias ocasiones y en este contexto, agradecido por la incondicional lealtad y fidelidad que le habían demostrado, creó La Guardia que solo podía estar compuesta por vecinos de Espinosa, desde entonces Espinosa de Los Monteros.

Durante más de un milenio se han encargado Los Monteros de la custodia, primero del Conde, luego del Rey, tanto por las noches como cuando viajaba o cuando estaba enfermo. Todavía hoy realizan guardias de seguridad en el Palacio de la Zarzuela, no solo se dedican a realizar espectaculares desfiles.

-¿A qué otra Guardia te recuerda ésta? – pregunté a Lucía.

-¡A la Guardia Suiza del Papa! – respondió. – Esa que lleva un uniforme muy colorido y vistoso que diseñó Miguel Ángel y que solo la pueden componer suizos católicos.

-Sí, es verdad, pero el uniforme no es de Miguel Ángel, aunque mucha gente lo cree. Está inspirado en unos frescos de Rafael. La Guardia Real de Los Monteros es mucho más antigua que La Guardia Suiza Pontificia y ha influido de manera decisiva durante más de mil años en toda la evolución histórica de la villa y de sus habitantes.

Más tarde, nos acercamos al edificio del Museo y nos dirigimos a su puerta. Intento entrar pero está cerrado. Me hago el sorprendido y espero, miro a mi hija y observo su mirada de incomprensión.

-¿No has tenido en cuenta el horario del Museo al organizar la visita? – me pregunta con decepción.
Sonrío, y sin responder me dirijo al teclado numérico situado a la izquierda de la sólida puerta. Introduzco los cinco dígitos que había memorizado con anterioridad, pulso enter y, tras un chasquido, la puerta se abre sorprendentemente. Al instante, las luces del interior del Museo se encienden y los vídeos explicativos comienzan a funcionar a modo de bienvenida. La cara de asombro que puso mi hija en ese momento fue de época.

-¿Podemos pasar? ¡Pero si no hay nadie! – dijo. ¿Cómo has conseguido la clave? ¿Quién te la ha dado?
Aquello era un misterio para ella. ¿Se puede entrar en un Museo sin que haya dentro ningún responsable?

-No te preocupes, pasa, te lo explico.
Pues resulta que hay un sistema denominado Museos Vivos que te permite visitar los museos de esta manera. Entras en su página web, eliges museo, día y hora, y reservas. Introduces tus datos y te mandan la clave de acceso a tu correo electrónico. Así de fácil.

Puedes escoger entre 75 museos, todos en Castilla y León. De momento, es la única Comunidad Autónoma que lo ha implantado y está recibiendo la admiración de todas las demás y de varios países europeos, que observan con gran interés la evolución del proyecto para incorporarlo.

Permite elegir la hora de entrada entre las 8:00 y las 21:00, así el museo se adapta a tus planes, y no al revés, y puedes disfrutarlo a tu ritmo sin que nadie te distraiga. Hay carteles que advierten que estás siendo observado por cámaras de vídeo y hay que asegurarse de cerrar la puerta al salir.

El sistema Museos Vivos te ofrece, figuradamente, las llaves de un museo al que puedes invitar a tu familia, pareja, amigos, alumnos, etc. y sorprenderles con experimentar una visita privada en el momento que quieras y en plena libertad. Es una oportunidad que no hay que dejar escapar.

No descubriré lo que vimos en el museo por el momento, porque lo abordaremos en el próximo artículo, pero les adelantaré que también hay otra parte dedicada a La Batalla de Espinosa de los Monteros durante la Guerra de la Independencia, que es muy interesante. Espero que lo disfruten personalmente y que se sorprendan como nosotros.