MERINDAD DE VALDEPORRES

Ante todo, por aquello de la decepción, hay que advertir que la espectacularidad de la cascada de la que hoy nos toca hablar es de carácter invernal, época en la que son frecuentes las nevadas y las lluvias. Durante el estío apenas un hilillo de agua se precipita al vacío. Por esa razón, ver la cascada de La Mea en pleno esplendor es cuestión de suerte o de constancia, pero, cuando eso ocurre, contemplar el fenómeno acuífero produce una gran sensación. El cronista la ha visto en todas sus fases y puede asegurar que cuando lo ha hecho estando la cascada en  plenitud y desde el roquedo donde golpea con fuerza, sobrecoge.     

Para visitar este caprichoso e impactante salto de agua, si salimos desde Villarcayo, deberemos coger la BU-561 y, tras dejar atrás Cigüenza, Tubilla del Agua, Escaño y Brizuela, recalar en Puentedey, siempre merecedor de una visita y, si hay ocasión, degustar un pincho de jamón y un vasito de vino Rioja en el bar de Victorino.

Tras atravesar el cauce del río Nela por el puente allí construido, nos dirigiremos hacia el pueblo de Quintanilla de Valdebodres, a muy pocos kilómetros. Apenas recorridos dos de ellos,  un kilómetro antes de llegar a Quintanilla, veremos a la izquierda una senda que se adentra en un vallejo, rico en arbolado, sobre todo de carrascos, quejigos y encinas, que nace en la misma carretera y que, cada vez más estrecho, a modo de embudo, confluye en una pared vertical por la que se despeña la cascada que hemos ido a buscar, distante tan sólo trescientos o cuatrocientos metros de la carretera.

El lugar está frecuentado y vigilado desde arriba por buitres y otras aves carroñeras, sumando atractivo a la visita.  

Como ya hemos advertido, se trata de una cascada de no más de treinta o cuarenta metros de caída libre. En lo alto de esa especie de visera pétrea que contemplamos, discurre el arroyo que da origen al salto, al que llega desde su nacimiento en una cueva existente en las cercanías de los llamados “canales del Dulla”. Como es natural en esta clase de arroyos de montaña, la cuantía de su caudal depende de las precipitaciones atmosféricas, yendo desde un fino hilillo veraniego hasta una densa y ruidosa cortina en otoño e invierno.

Desde abajo, la cascada apabulla.


MERINDAD DE VALDEPORRES

Carretera entre Puentedey y Quintanilla Valdebodres